domingo, 6 de septiembre de 2009

Juntos, nada más


647 páginas. Una historia que se narra en 647 páginas puede dar para un gran libro o para un bodrio que al final tienes que dejar sin acabar porque no lo resistes. En este caso podría considerarse la primera opción como la válida. Anna Gavalda se convirtió en la escritora estrella de Francia y sus libros están entre los más vendidos gracias a esta novela. Cuatro personajes que se juntan en el momento que más lo necesitan, como un puzzle que creías por perdido y encuentras las piezas que faltaban detrás del sofá, cuando menos te lo esperas y tu felicidad es inmensa porque al fin está completo, después de tanto tiempo todo está en su lugar. Camille tiene 26 años y unas manos prodigiosas para la pintura pero no puede más. Vivir en un ático de París, sola sin servicio propio y sin calefacción no es el sueño de ningún joven. Está casi anoréxica y abatida por la vida fregando empresas por la noche para mal vivir. Un día que se da por vencida alguien aparece para salvarla: Philibert, un vecino algo rocambolesco, descendiente de nobles franceses decide acogerla hasta que se recupere. Con él vive Franck un cocinero algo chulo, mujeriego pero que también tiene sus problemas y una abuela, Paulette con principio de alzheimer e ingresada en una residencia. Juntos con sus complejos, sus dudas, sus incertidumbres, deciden agarrarse los unos a los otros y salir adelante. O al menos intentarlo. Es una historia simple, que cuenta como de un día para otro puedes estar absolutamente solo o absolutamente acompañado, de no tener nada a tenerlo todo, a superar problemas que parecían imposibles, a desear que llegue un nuevo día para vivirlo a tope. Creo que es un cuento para adultos, donde hay príncipes y princesas, reinas malvadas y un hada que al final es quien lo soluciona todo y, como todo cuento tiene su moraleja y se podría resumir en que hay que dejar los miedos y las inseguridades que tiran de nosotros y dejarse llevar, aunque sólo sea un rato, durante unos minutos porque casi todo tiene solución. No es un cuento de hadas pero casi.

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