miércoles, 22 de julio de 2015

Esta oficina me mata

Lo reconozco, estoy en una época (cada verano me ocurre) en la que necesito lecturas divertidas, no demasiado largas y adictivas, en las que tiene que pasar algo importante al principio para no aburrirme y cambiar de libro. Acabo de terminar 'Esta oficina me mata' de Viola Veloce (Suma de Letras) y tengo que decir que, para mí, ha sido una de las mejores lecturas en lo que llevamos de año. Y es que echaba de menos una novela que me mantuviera atrapada desde la primera página...

 
Portada 'Esta ofinina me mata'



Francesca Zanardelli es de Milán y su vida (desde que su prometido la dejara) transcurre entre su aburrida oficina  y la casa de sus padres que no son capaces de dejarla tranquila. Un día aparentemente normal, cuando va a lavarse los dientes después de comer, descubre que una compañera suya - alias Cruella - ha sido asesinada ahogada con una soga blanca. El revuelo es evidente y comienza una carrera desesperada de nuestra heroína para descubrir la verdad: ¿Quién ha cometido semejante atrocidad? 

Mientras las sospechas recaen sobre el sector masculino de la empresa, Francesca intenta seguir con su vida, aunque ni los compañeros ni su propia familia se lo pone fácil. Ante el giro inesperado que vuelven a dar los acontecimientos, decide tomar las riendas de la investigación y descubrir quién es el asesino de los empleados. ¿Lo conseguirá?

Viola Veloce construye con 'Esta oficina me mata' una novela negra y a la vez hilarante, plagada de recursos y con mucho sentido del humor pese a que el transfondo es el que es. A través de Francesca (primera persona), nos vamos enterando de todos los entresijos de la empresa: los sindicatos aprovechando el percal para salirse con la suya, el súper jefe manipulando a su antojo a medios y empleados, las rencillas y envidias que hay entre compañeros...Y es la protagonista la que tiene que coger el toro por los cuernos para descubrir que está pasando, ya que la próxima víctima podría ser ella y eso no le gustaría, y mucho menos a su madre, que desde que sabe que un asesino anda suelto en la oficina de su hija se atiborra a pastillas y no sale de la cama...

Esta novela me ha sorprendido muy gratamente. No esperaba más que un libro entretenido y ha sido de los más divertidos (y me atrevo a decir) y de los MEJORES que he leído en este 2015. No podía soltarlo, necesitaba saber si la pobre Francesca tenía que temer por su vida o si el asesino tenía otras víctimas en mente. Porque sí, hay más de una.

Como ya he comentado antes, es la protagonista la que nos va contando poco a poco sus pasos en la investigación (la que hace ella, claro) y sus pesquisas. También habla un poco de su vida personal y eso hace aún más divertida esta novela que en la página diez ya se hace imprescindible.

'Esta oficina me mata' es un libro que RECOMIENDO MUCHO. Una lectura sencilla pero muy divertida, para reírse y jugar a ser detective junto a Francesca, un libro que sirve para identificar situaciones laborales y en el que nos damos cuenta (opinión personal) de que los italianos y los españoles somos muy, muy parecidos. 

Una novela más que genial, muy divertida y recomendable. ¡No la dejes pasar! 

viernes, 3 de julio de 2015

La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel

Hace unos días tuve el inmenso placer de conocer a Romain Puértolas, el autor de la novela de la que hoy vengo a hablar. 'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel' es una lectura tierna, imprevisible, algo loca, dulce e imprevisible. Y eso es lo mejor de todo.  

Portada de La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel

Providence es una cartera que por fin ha cumplido su deseo de ser madre. Pese a que no puede tener hijos de manera natural, tiene a su propia niñita, Zehera, esperando su llegada a Marruecos. La pequeña está enferma, tiene una nube dentro de los pulmones que la impide respirar y hacer una vida normal. Providence será su mamá y también su salvación, aunque no todo vaya según lo previsto... Una nube de cenizas de un volcán islandés, colapsa el tráfico aéreo impidiendo que madre e hija se reúnan tal y como estaba previsto. Un verdadero caos. Providence, hará lo posible y lo imposible para llegar a su destino, porque cuando Mahoma no va a la montaña, es la montaña la que tiene que ir a Mahoma. 

Y comienza la aventura. Un loco viaje de una cartera francesa que lo único que necesita es sacar a su niñita de un país que no cuenta con los medios necesarios para curarla. Una historia de búsqueda y de amor, de superación y de esperanza. Aunque al final no será todo como parece. 

Si hay algo que me ha gustado de 'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel', es Providence, su protagonista. Desde el principio sabemos que está condicionada por no poder tener hijos, su gran sueño. Cuando conoce a Zeherea por casualidad, entiende que existe por y para ella, tiene que llevarla a Europa, curarla y poder vivir su gran historia de amor. Porque sí, lo suyo es un flechazo. Y es que más allá del amor carnal y/o de pareja, hay amores tan profundos e inabarcables, que son inexplicables. 

Romain Puértolas ha escrito una novela dotada de elementos mágicos e inexplicables, pero que no chirrían durante la narración que, por cierto, está escrita en tercera persona ya que la cuenta otro de los protagonistas que va ganando relevancia según va a avanzando la trama. 

Algo bueno también es el final, que golpea al lector cuando menos se lo espera para dejarle (dejarnos) totalmente descolocado, con una sola pregunta en la cabeza: ¿Por qué?

El sentido del humor, los diálogos chispeantes, las descripciones de las situaciones tan absurdas que se plantean... Todo esto (y más cosas que tendréis que descubrir) forman una lectura deliciosa que dura un par de tardes entre las manos. 

'La niña que se tragó una nube tan grande como la Torre Eiffel' es un libro muy especial, escrito con mucha sensibilidad y sentido del humor para contarnos - como decía  en esta entrada- una gran historia, la de una madre y su hija porque, ese, es un amor que no acaba nunca. Muy recomendable.